martes, 23 de noviembre de 2010

Diablo de la guarda Hoy presentamos “La dama y su vagabundo”


¿Por qué no te atreves a sentir? ¿Por qué no ter atreves a despegar?
Xavier te creo, contrariando a todos los que te dicen Estás solo porque quieres. Dios no va a entender, ese no entiende nada, sólo sabe de hojas, de mares, de milagros.
Tú corazón ahora cyborg.
Sara, Sara, Sara,
Tú que no crees en eso que pasa en las películas “de pronto aparece la guapísima hecha ex profeso para un tipo determinado” Y mira Están hechos a la medida, Tú albóndiga con patas como pasas a creer que tremendo mujerón te chuleé tanto. Si Sara te quiere contar su pena es para que tú Albondigón la dejes en el mar, para que vueles y lejos de donde ella esté, segura que ni se lo imagina pierdas, arrojes avientes lo que te tiene que contar.
También quiere mirar tus ojos, quiere escuchar tus palabras, quiere creer en la poesía porque es tan lista, tan azuzada, tan inteligente que no cree en profetas, ni redentores, ni en hombres de guerra o de paz. Y tú predicas en el silencio, te desenvuelves tan bien en la soledad, quiere creer en tu poesía, en esas letras, esas palabras que acomodas como si fueras el hijo de Dios, el elegido.
¿Qué estará haciendo ahora Sara? Y quieres creer en lo que escribió para ti.
Como me gustaría acompañar tu soledad, hornear galletas para ti, tomarnos unos tequilas, leerte un cuento de terror (Aunque a ti no te gusten los vampiros, los fantasmas, los extraterrestres porque esos si te dan terror) sentarme frente a ti sin decir nada. ¡Que belleza! Porque la mejor comunicación es entre dos personas que no se dicen nada, la única condición es que se gusten, que se adoren, por ejemplo cuando ella anda a contestar el teléfono, cuando dice Hola, cuando calla y tú no atinas a descifrar lo que esta escuchando porque es más importante ver como coge el teléfono, como atiende la llamada, como sus ojos recrean el mensaje. O cuando ella te mira tomar el café, cuando ríes, cuando te dan delirios de escritor.