lunes, 20 de septiembre de 2010

Una tarde de domingo


Al no saber de ella mutilé mis alas
porque fui yo quien no quiso saber más de su amorosa presencia

Ahora los domingos
veo la luz del día irse
difuminarse
y recostado el corazón en la almohada
fumándome el corazón viendo la ventana;
extraño volar
pero extraño mucho más su llegada a esta habitación,
todos los sonidos que la acompañaban
desde su caminar, las llaves, y también su aroma.

En la soledad dibujo con el cigarro alas de humo
extraño al extraño en al aire
era un pez en el agua
ahora subo a la azotea
el escenario no es hermoso
cables, antenas de televisión, tinacos.
Toco la guitarra
canto
y a veces hasta hago poesía
aclarando que no tiene nada que ver con la que se fue.