viernes, 4 de abril de 2014

El principio de Arquímedes / Es tan fácil romper un corazón






 Escenario de naturaleza intima, nada más y nada menos que situado en los “vestidores” cerca de las regaderas donde está próxima la desnudez, la fragilidad, la vulnerabilidad.




Regresas la película, mueves la escena, te sitúas del otro lado para ver de otro modo, para tener otra perspectiva; tales efectos lo da la dirección escénica,

Dos lados: al derecho y al revés para ver una historia que depende de donde la veas.



También es muy interesante desviar un poco la mirada y ver a los otros “testigos”, a los espectadores de enfrente, verlos que tan comprometidos están con la puesta en escena y ver sus reacciones, tratar de descifrar sus gestos, algunos son fáciles…Pocos demuestran falta de concentración, los menos divagan, la mayoría está atenta, expectante, y otros en definitiva son unos estúpidos, riéndose a la menor oportunidad, al menor escape de la tensión escénica.



Un viejo loco hijo de puta que lo encuentro seguido en el Centro Cultural del Bosque. Lo tenía justo de frente, no es la primera vez que me fijo en sus reacciones, la otra vez se quedó dormido, esta vez se sentó acompañado de otros peculiares acompañantes, dos señoras extravagantes (locochonas) y otro viejito raro. El loco viejo hijo de puta fiel a su estilo estrafalario se me acercó y me vendió el boleto porque al llegar a taquilla me informaron: AGOTADO.

La mayor parte del tiempo no mira al escenario, parece confundido y lejano, de vez en vez atiende directamente a las expresiones de los actores. Se sienta desfachatado y derramado. Será en realidad un genio?. Un brillante y frustrado actor, director, dramaturgo o poeta?





La misma micro-sociedad de padres de familia que condenaron al profesor de natación, era comparada con el micro-universo de los espectadores. Me tocó por mala suerte unos imbéciles sentados tras de mí, de los que se mueven constantemente en su maldita butaca, los que sacan cosas y hacen ruidos, los que comentan bajito sus deducciones estúpidas y obvias, y lo más irritante: los que se ríen sin motivo. Tuve que cambiarme de asiento, y fue una verdadera pena porque al alejarme de la tercera fila, perdí esa sensación de intimidad con el escenario. No se ocupa la totalidad de la sala de teatro, se montan butacas del otro lado del proscenio para encerrar a los actores, y crear una atmosfera de cercanía. Ya no soporté más a esos imbéciles (dos hombres y una mujer) De esos mismos idiotas está repleta la sociedad que inmediatamente se deja llevar por rumores y en accidente o tragedia CORREN, GRITAN Y EMPUJAN.. Simios incapaces de respetar al prójimo.



A pesar de sufrir como muchas veces a los vecinos espectadores, la obra me satisfizo.

Los audios del agua de la alberca, el sonido que se produce en un clavado y el sonido de un nadador sumergiéndose. Esa sensación que hoy día vivo intensamente. En la alberca del club donde voy, alguna vez me he detenido a mirar a los niños con sus flotis y sus monos inflables, se divierten, gritan, se emocionan y hay los llantos de los pequeñitos, el miedo al agua y los que la disfrutan enormemente.. Los caballitos de mar y los delfines, los grupos de natación infantil en la obra y en el club donde voy existen, los gotitas, los chubascos, los lluvia…



Dice el padre de familia

-Yo no sé qué pasa por la cabeza de alguien que se detiene a ver a mi hijo-



Está obra la recomendaré a mi amigo el profesor de natación de los chubasco y los lluvia.. Será interesante que me platique como vive y resiente esta magnífica puesta en escena.