jueves, 19 de diciembre de 2013

El amor de las luciérnagas







Ese otro yo no es alcohólico e inseguro, ese otro yo que apareció de repente en la vida. Por un acto (no de voluntad, ni de esfuerzo) de escritura, en una máquina de escribir hechizada.


Ese otro yo por fin se ha armado de valor y confianza y ha fluido en la vida. Ese yo, ya se ha acercado a “C” y por fin se ha completado un capitulo donde la besa y la vida se reinicia. Y también ya le habla y ha empezado a conocer a la hermosa recién casada; “P” ella tiene en el otro yo un amigo al que disfruta contarle de su recién luna de miel en Australia. La vida del otro yo que tomó mi lugar me gusta, está rodeado de belleza.



Ese otro yo en poco tiempo consiguió pareja, le agrada a las personas, es sociable, va a las fiestas de fin de año y sale al cine con amigos, tiene amigas interesantísimas con las que asiste al teatro y luego cenan y se van a hoteles. Ese otro yo ya cambió de empleo y en poco tiempo (seguramente) conseguirá publicar en el extranjero y ganará un importante premio de poesía internacional.

Lo dejé que ocupará mi lugar, es ordenado, es disciplinado, es lindo.



Yo me fui a conocer lugares…. Me gusta, me empeño en ser yo.. el otro yo está perfecto. Va muy bien.









Epilogo..



Un teatro lleno. Aunque a mí me molestan las putas multitudes. Es importante que los teatros tengan llenos… el teatro mismo se lo merece.