viernes, 22 de marzo de 2013

La caída de la cilclopista de periférico



Dedicado a mi amiga Karla Álvarez.








Quise correr por la ciclopista como en los viejos tiempos (2008,2009,2010) desde Observatorio y correr en periférico al lado del flujo vehicular, subir los locos bici-puentes y al bajar doblar a la izquierda y adentrarme al lago mediano del bosque de Chapultepec, quise y desee correr otra vez ahí alrededor de su agua estancada , densa y verdosa repleta de peces radioactivos. Correr ahí en la noche y que la fuente a la mitad del lago estuviera funcinando, para maravillarme con ese escenario tan relajante y extraordinario. El lago sigue ahí. Lo que no estaba era la ciclopista.



Vi con sorpresa y espanto los bicipuentes derrumbados, destruídos al paso de un segundo piso monstruoso. Los vi como gigantes de piedra derrotados, con sus varillas, mejor dicho; sus huesos rotos. Como si fueran las costillas de una ballena a la orilla de la playa, estaban unos chavos refugiados, fumando mota. Y caminé entre los escombros pisando mis recuerdos demolidos y me resultó como en esas películas donde el tiempo no era el que debía ser, que algo pasó y se alteró el curso de la vida. Y vi un segundo piso para automóviles. Ruido, ruido, cemento, concreto, velocidad, hacinación, progreso, decadencia.

Caminé por la acera, ya no podía empezar a correr, no quería. Tenía que comprobar todo el daño. Las calles oscuras. Parece importar más la seguridad de los que van en los automoviles. “No salgan de casa” “No caminen” “no utilcen medios alternativos de transporte”.

El horizonte no se ve ya desde abajo. Y la ciudad crecerá como en esas películas futuristas con habitantes cada vez más deshumanizados. Recuerdo que se veían en dias claros los volcanes… ahora será requisito verlos desde un automovil y en marcha.



La contemplación no es redituable.



El escenario apocaliptico fue cuando pasé por Constituyentes. Pasar por encima de todos a como de lugar (esa fue la lectura que tuve al ver esa abominable arquitectura). Entré al bosque de Chapultepec y pensé que la voragine aquí desparecería y… ¡¡¡NO!!! Abrieron esas vialidades interiores del bosque a la circulacion para conectar con periférico, antes era un tránsito relajado para los paseantes. Ahora es una ruta más, una avenida más. Me interné todavía más y el bosque OSCURO. Una ciudad que es esto: OSCURIDAD, PENUMBRAS…. SOMBRAS NADA MÁS.. merecería esta Ciudad un bosque ILUMINADO, precioso, de ensueño, maravilloso con iluminación nocturna. Con vida NOCTURNA.

Llegué por fin a la pista atlética “El sope” y valoré mucho poder trotar, correr y ejercitarme en este lugar. Realmente a estas alturas es un privilegio y algo extraordinario que en una ciudad ENORME exista algo como “El Sope”. Un rinconcito para la tranquilidad y la paz.







Para olvidar nada mejor que un ¿y Dónde está el Oso Pérez?