viernes, 14 de septiembre de 2012

Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexi

Post dedicado a Adriana (ella sabe)




Hubo un tiempo en que mi ídolo era el Che Guevara, aunque ahora estoy recicladísima, como todos. Comprendo que resulta llamativo el haber tenido unos gustos tan guerrilleros y acabar empeñada en alcanzar el misticismo…

A mí siempre me había hecho tilín el Che Guevara. Nadie lo comprendía, claro. A las otras niñas –quiero decir a la Sarita y a la Marilín, con las que compartí casa durante algún tiempo en Cádiz, y a la Débora, que era uno de los chaveas de mi pueblo que se venía conmigo a la Colonia- Las volvía locas el troy Donahue o el Alain Delon y otros artistas de ese estilo, y ponían sus fotos pegadas por todas partes, pero yo tenía un cartel grandísimo del Che en la cabecera de mi cama. … A mi me gustaba aquella cara como de campo, pero con una cosa espiritual por dentro, y aquella barba medio a la virulé, como le sobraban pelos por una partes y le faltaran por otras, que a mí me parecía una señal clarísima de coraje y personalidad. y no es que yo le hubiera hecho ningún asco al Troy Donahue y al Alain Delon, pero con ellos habría sido una cosa de capricho, una relacion sin profundidad, un pasar el rato y ponerme morada, desde luego, pero sin que por eso fuera a cambiar mi vida. En cambio, estoy convencida de que, de haberme tropezado bien y a gusto y a largo y tendido con el Che, yo me habría convertido en otra mujer. Para empezar, seguro que me habría vestido de otra manera, más sobria, con menos floripondios, incluso puede que con camisola y bombachos de guerrillera, porque naturalmente yo me habría echado con él al monte, pero como no se me presentó la oportunidad, como ninguno de los hombres que me caían cerca se parecía ni por el forro al Che Guevara, tuve que acomodarme al gusto del común de los mortales y fui acumulando un vestuario selecto, lujosito y con muchas dosis de creatividad.

….Los niños se convierten en hombres hechos y derechos y pueden ser médicos, científicos, escritores, alcaldes, actores o astronautas, y las niñas se convierten en mujeres hechas y derechas y pueden, aunque casi siempre con más fatiguita, ser médicas, científicas, escritoras, alcaldesas, actrices o astronautas; pero yo  era un niño para todo el mundo y, sin embargo, quería ser una médica conocidísima, una científica famosísima, una escritora fenomenal, una alcaldesa queridísima por el pueblo, una actriz divina, una astronauta muy lista y muy valiente y, además, guapa de morir….







Eduardo Mendicutti