lunes, 27 de febrero de 2012

Carta a Rosario




Pensé pedirle de rodillas que me buscara.




Encerrado en mi mismo únicamente escribo para ella, cada día lo hago.
En un mundo real y hermoso vendrías en las tardes a escuchar los susurros de mis nuevas palabras.

A pesar de que mi viaje es una constante no te veo en ninguna estación.
Se ahúma el cristal y estoy listo para irme solo, por un camino ajeno y mío.
Escribo, dibujo con los dedos tu nombre en las ventanillas.



Quise escribirte todo, aunque el precio fuera irme, hacerme polvo.

Soy bien poco para lo que eres y lo que seré a través de tus exigencias.

Pensé que después de estos años estaría curado a estas horas.

Soy un ciervo delicado que prefiere conservar las piernas heridas a dejarse curar por esa mujer extraña, esa mujer simpática y ligerita. Yo anhelo que entre como un colibrí a compartir mi cuarto de soltero. A desafiarme.







Texto extraído casi en su totalidad de “Posar desnuda en la habana” de Wendy Guerra que leí minutos después de suspirar al pasar al lado de Rosario y soltarle un tímido “Hola”.