

Esta semana se las daba a HAKURA MURAKAMI
Es mi nuevo ídolo literario. “Sputnik mi amor” me tiene erotizado, embelesado, divertido y pervertido.
Es maratonista, inteligente, lee a montones y le gusta el jazz y el rock…¡Me enamoro!!!!



Era hermosa, juro que más hermosa que todas
Era simpática y divertida como una artista del celuloide
Me gustaba su voz, sus ojos, su cabelloHe de decir la verdad…nunca la besé.
A los veintidós años, en primavera, Sumire se enamoró por primera vez. Fue un
amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un
amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacia el cielo en su
torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó
todo por completo. Y, sin que su furia amainara un ápice, barrió el océano,
arrasó sin misericordia las ruinas de Angkor Vat, calcinó con su fuego las
selvas de la India repletas de manadas de desafortunados tigres y, convertido en
tempestad de arena del desierto persa, sepultó alguna exótica ciudad amurallada.
Fue un amor glorioso, monumental. La persona de quien Sumire se enamoró era diecisiete años mayor que ella, estaba casada. Y debo añadir que era una mujer.
Aquí empezó todo y aquí acabó (casi) todo.
“En resumen, Sumire era una romántica incurable, era intransigente, cínica y,
dicho con un eufemismo, una ingenua. Cuando empezaba
a hablar, no callaba, pero ante personas con las que no
congeniaba (en suma, ante la gran mayoría de los seres humanos que
conforman este mundo) apenas abría la boca”