Hace mucho, hace poco
conocí en una extraña jungla
a un león
que viajaba aislado, que viajaba solo
rugiendo al aire
escupiendo piedras
viajaba solo
viajaba entre tierras
de su largo andar
nadó entre sirenas
subió a la cima
y exploró la podredumbre
en sus ojos se reflejaba el Sol
pero buscaba su Luna
la musa de sus noches
aquella que veía entre sueños
a la que idealizaba en oraciones
su espera se tornaba larga
tediosa y sin esperanza
de sus mares emergió
la Medusa que lo envenenó
la que lo llevó al límite de su territorio
la que peleó con fiereza para destruirlo
la que derrumbó su fortaleza
la que desgarró su piel
y lo hirió
vagabundeaba entre clanes
de trovadores, de piernas dispuestas
buscaba la cicatrización de sus heridas
en caricias pasajeras
hilaba palabras para escupir sus entrañas
peleaba por su propio clan
aún cuando lo ignoraban
aún así era el fuerte, era el León
que vagaba solitario
entre tierras ajenas
que buscaba su Luna
que buscaba esperanza
cuando fatigado se hallaba
un destello oscuro lo iluminó
en sus pupilas, su propio reflejo miraba
una silueta amorfa
que la muerte le arrancaba
a solas, dejándose ir
la tristeza lo derrotaba
pero el León
aún a su Luna buscaba
le formulaba conjuros
para a su lado estar, deseaba volar
contarle estrellas, caminar juntos
a su Luna quería enamorar
deseaba a alguien cerca
a quien acariciar
hacerle el amor, por quien pelear
a quien defender
a quien en sus palabras hiladas, enamorar
y apareció
su amada Luna apareció
a su lado
para caminar juntos
no necesitaba volar
no necesitaba pelear
no necesitaba mirar a la Luna
porque encontraba a Sombra
la que caminaba junto a él
la que idealizaba en oraciones
la que halló entre sirenas
la que emergió del mar
la musa de sus noches
la que hasta la oscuridad exploraría con él
apareció su Sombra
apareció junto a él
la que caminaba en la jungla del asfalto...
para ser el León de Sombra.
Mitzi Uriel 19 de marzo de 2005